El arte de vivir conscientemente
Durante mucho tiempo, la creatividad ha sido vista como un don exclusivo. Un privilegio que solo poseen los músicos, los pintores, los escritores o aquellos que se dedican profesionalmente a las artes. Pero, ¿y si esta idea estuviera equivocada desde su raíz?
Rick Rubin, productor legendario y autor de El acto de crear, desmantela esta noción con una afirmación sencilla y reveladora: la creatividad no es un lujo, es parte esencial de lo que significa estar vivo.

La creatividad como un derecho de nacimiento
Desde que nacemos, todos estamos creando. Creamos ideas, creamos relaciones, creamos significados. La creatividad no se limita a lo artístico: es el acto de traer al mundo algo que antes no existía, ya sea una solución a un problema, una conversación, una idea compartida, una nueva manera de ordenar tu entorno o de enfrentar una situación.
Rubin escribe:
“Lo que haces no tiene por qué ser presenciado, grabado, vendido o preservado en una urna de cristal para ser una obra de arte. Ya solo por existir somos creadores en un sentido profundo, pues creamos nuestra experiencia de la realidad y damos forma al mundo que percibimos.”
Este enfoque transforma por completo la manera en que nos relacionamos con la creatividad. No es algo que se aprende o se alcanza, es algo que se practica —aunque no siempre seamos conscientes de ello.
La vida como una obra en proceso
Cuando entendemos que estamos creando constantemente, cada decisión, por pequeña que parezca, se convierte en una pincelada más en el lienzo de nuestra vida. Vivir como artista no significa llevar un pincel en el bolsillo, sino afinar nuestra percepción, vivir atentos y actuar desde la intuición.
Rubin lo describe así:
“Vivir como artista es un modo de estar en el mundo. Una manera de percibir. La práctica de prestar atención. Consiste en afinar la sensibilidad para sintonizar con las notas más sutiles.”
En un mundo saturado de estímulos, vivir con sensibilidad puede parecer un acto radical. Pero es justamente en ese estado de sintonía —cuando logramos pausar, observar y responder desde la presencia— donde la verdadera creatividad florece.
Crear como forma de libertad
Este enfoque también nos libera de la presión de “ser alguien creativo” en el sentido convencional. No necesitas pintar un cuadro ni escribir un poema para considerarte artista. Tu arte puede ser la forma en que cocinas, cómo escuchas a los demás, cómo vistes cada día o cómo organizas tus pensamientos.
Cada uno de nosotros posee una voz única, y esa voz merece expresarse. No para ser validada, sino porque crear es una forma de vivir con autenticidad.
¿Y si tu vida fuera tu obra maestra?
Si empezaras a verla así, ¿qué cambiarías hoy? ¿Cómo crearías tu siguiente instante?